domingo, 20 de febrero de 2011

Obsesionados por la inmortalidad

En enero de 1874, el naturalista inglés Charles Darwin asistió en Londres a una sesión espiritista junto al antropólogo Francis Galton y la novelista George Eliot, entre otros.

Charles Darwin.

Charles Darwin.

Saltaron chispas, hubo golpes en las mesas y elevación de sillas, pero para entonces el autor de 'El origen de las Especies' se había ya marchado y calificaría luego la experiencia de "fatigosa", lo que explica que no quisiese volver a repetirla.

Once días más tarde, enviaría en su lugar a su hijo, George, y al biólogo Thomas Henry Huxley, que le informaron de que los 'médiums' habían recurrido a trucos, lo cual le llevó a escribir que lo ocurrido en aquellas sesiones no era otra cosa que "impostura".

Con esas escenas comienza el libro 'The Immortalization Commission', del filósofo y pensador político británico John Gray, conocido por obras traducidas como 'Perros de Paja' o 'La Misa Negra' en las que retrata a la humanidad como "una especie voraz" dedicada a borrar otras formas de vida del planeta.

En su nuevo libro (Allen Lane, Penguin Books), Gray señala la búsqueda por las élites de dos sociedades muy distintas, la victoriana y la bolchevique, de algún tipo de inmortalidad tras los descubrimientos de la ciencia que condenaban a la humanidad a la visión de una especie, la propia, destinada a la extinción.

"Ése era el mensaje del darwinismo (...) y como la mayoría había renunciado a la religión, recurrieron a la ciencia para escapar de ese mundo que la propia ciencia había revelado", escribe el autor.

Así surgió en la Inglaterra victoriana un movimiento resuelto a descubrir con ayuda de la ciencia las pruebas de que "la personalidad individual" no acaba con la muerte física sino que la sobrevive.

En enero de 1874, el naturalista inglés Charles Darwin asistió en Londres a una sesión espiritista. Calificó la experiencia de 'fatigosa'

En ese esfuerzo participaron destacados pensadores como el filósofo utilitarista Henry Sidgwick o el naturalista Alfred Russsel Wallace, pionero, junto a Darwin, de la teoría de la selección natural.

Entre ellos estaban también el político conservador y primer ministro británico (1902-1905) Arthur Balfour, uno de los presidentes de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas, fundada en 1882 en Londres por el citado Sidgwick, William Henry Myers, inventor del concepto de 'telepatía', entre otros.

Sus miembros creían en la posibilidad de estudiar científica y objetivamente los fenómenos paranormales y la actividad de algunos de sus miembros llenó páginas y páginas de supuestas comunicaciones con los muertos en lo que se calificó de "correspondencias cruzadas", mensajes muchas veces incomprensibles, recibidos a través de médiums, sobre todo por la vía de la escritura automática.

Su locura condujo a la idea, llevada a la práctica, de concebir una especie de nuevo mesías, científicamente programado, mediante la unión extraconyugal de una médium, la sufragista y delegada británica de la Sociedad de Naciones Winifred Coombe-Tannant, y un político 'tory' (conservador), hermano de Arthur Balfour.

Lejos de cumplir la misión de liberar a la humanidad del caos que se le había encomendado, aquel 'mesías' trabajaría en el espionaje británico antes de convertirse a la fe católica y acabar sus días como monje.

De modo paralelo a lo que ocurría en la Inglaterra victoriana, en el otro extremo de Europa, la Rusia posrevolucionaria, muchos pensaban que la humanidad lograría un día vencer a la muerte gracias al poder, que creían infinito, de la ciencia.

En la Rusia posrevolucionaria, muchos pensaban que la humanidad lograría un día vencer a la muerte

En páginas de apasionante lectura, Gray cuenta los viajes a Rusia del novelista H.G. Wells para conocer a su colega Gorky y al líder revolucionario Lenin, y cómo allí se enamoró perdidamente de una rusa llamada Moura Budberg que había sido secretaria y amante de Gorky y de un diplomático británico, entre otros.

Wells, que comenzó un darwinista optimista, se vio obligado a aceptar, como escribe Gray, que la "minoría inteligente" en la que había depositado todas sus esperanzas no existía y la humanidad estaba abocada a la desaparición, sustituida tal vez por alguna otra especie como los insectos inmunes a las mortíferas epidemias humanas.

No pensaban así, sin embargo, los llamados "constructores de Dios", corriente de pensamiento de la nueva URSS, de la que formaron parte inicialmente tanto Gorki como el teórico Anatoli Lunacharsky, quien escribió que Dios no había nacido aún sino que "se está construyendo, Dios es la humanidad del futuro".

Otros, como el físico Konstantin Tsiolkovski, considerado como el pionero de la astronáutica soviética, creían que el camino hacia la inmortalidad pasaba por la exploración interplanetaria: "El progreso es eterno y no se puede dudar de la obtención de la inmortalidad", sostenía.

Todo esto ocurría, nos cuenta Gray, mientras en los laboratorios especiales creados por la Cheka se experimentaba con presos del Gulag venenos para su uso en la guerra biológica o morían millones de kulaks (agricultores rusos propietarios) en la colectivización forzada de la agricultura bajo Stalin.

Los parientes más lejanos de algas y gusanos


Millones de años antes de que los hombres empezasen a pasearse por el planeta, un organismo que hoy llamamos biota Avalon habitaba la Tierra. Sus fósiles son normalmente considerados como los más antiguos de unorganismo multicelular complejo, pero un grupo internacional de investigadores ha localizado en China a unos pobladores similares aún más antiguos: la biota Lantian. La palabra 'biota' designa al conjunto de fauna y flora de una región.

Esta biota habitaba la Tierra hace entre 635 y 542 millones de años durante el período Ediacárico, tenían forma de tubo y de hoja, y su mera existencia es un pequeño 'milagro' si atendemos a las condiciones que nuestro planeta ofrecía por aquel entonces.

Científicos de la Academia China de Ciencia Virginia, del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia (EEUU) y la Universidad Northewst de Xi'an (China) han descubierto restos fósiles de unos organismos ediacáricos al sur de China, que podrían ser anteriores a la biota Avalon y que los expertos han bautizado como biota Lantian. El resultado de su estudio ha sido publicado en el número de la revista 'Nature' de esta semana.

Oxígeno sí, oxígeno no

Los investigadores han encontrado unos 3.000 fósiles de hasta 15 especies distintas entre capas de esquisto negro bajo el mar y creen que podría tratarse de los parientes lejanos de algas y gusanos actuales. Esos organismos vivieron hace casi 600 millones de años y, cuando se extinguieron, murieron y se acumularon en un gran estado de conservación. Lo curioso es que el lugar donde los científicos econtraron estos fósiles es poco adecuado para los organismos que necesitan oxígeno. ¿Por qué surgió pues esta forma de vida? La respuesta parece estar estrechamente ligada también a por qué desaparecieron.

Los responsables de esta investigación creen que la zona estudiada estuvo largo tiempo sin oxígeno, pero que de vez en cuando se dieron episodios propicios para el surgimiento de nuevas formas complejas de vida, que morían cuando el oxígeno desaparecía de nuevo. Los fósiles encontrados pertenecen pues a un período concreto en el que sí había oxígeno y las condiciones para la vida eran favorables.

'Tierra Bola de Nieve'

Este estudio indica que la diversificación morfológica de organismos eucariontes macroscópicos -versiones primitivas de estructuras celulares complejas- podría haber tenido lugar decenas de millones de años después de la 'Tierra Bola de Nieve', que terminó hace 635 millones de años. La hipótesis 'Tierra Bola de Nieve' sostiene que nuestro planeta estuvo cubierto de hielo como consecuencia de una o varias glaciaciones.

Los investigadores afirman que los fósiles de biota Lantian presentan mayor diversidad de especies, y son más grandes y complejos que los de otros organismos conservados en rocas más antiguas. El esquisto donde los científicos encontraron los nuevos fósiles se formó poco después de última gran glaciación y sería 635 millones de años, cuando el hielo de los océanos desapareció cuando se produjo el pistoletazo de salida para la evolución de los eucariontes complejos.

Cráneos humanos para beber en el Paleolítico


Los habitantes primitivos de las islas británicas bebían de los cráneos de sus víctimas, según se desprende del descubrimiento de los restos de tres personas en una cueva en Cheddar Gorge, en el condado de Somerset (al suroeste de Inglaterra). Los huesos datan de hace 14.700 años, al final de la última glaciación.

Científicos del Museo de Historia Natural de Londres analizaron los restos encontrados de tres humanos, entre ellos un niño de tres años, cuyos cuerpos pudieron servir para prácticas caníbales. Los investigadores han dado a conocer los resultados de su estudio en la publicación 'Plus One'.

Los restos óseos ya eran conocidos por los investigadores, incluyendo uno de los cuencos-cráneo desenterrado por el profesor y paleontólogo Chris Stringer en 1987. Sin embargo, el estudio detallado con un microscopio 3D de 37 fragmentos craneales y cuatro pedazos de mandíbula, puso en evidencia un patrón común: los huesos habían sido cuidadosamente trabajados hasta convertirse en los recipientes para beber.

Artesanía caníbal

De hecho, los restos óseos presentan cortes muy precisos destinados a extraer la máxima cantidad de carne de las víctimas, mientras que sus cráneos se utilizaron como cuencos para beber. Los habitantes de la cueva utilizaban herramientas de piedra para trabajar y preparar estos siniestros recipientes.
Los paleontólogos estiman que los restos datan de hace 14.700 años, y serían los ejemplos más antiguos de cuencos hechos con cráneos humanos. Los pobladores de la cueva de Cheddar Gorge "arrancaban las cabelleras de los cráneos, quitaban los ojos y las orejas, limaban los rasgos de las caras, desprendían las mandíbulas y cincelaban los bordes. Llevaban a cabo un trabajo muy meticuloso", explica el profesor Stringer.