El sentimiento de atracción de las hembras por los machos no es una cuestión emocional. Tiene un fundamento mucho más pragmático y cerebral, según ha descubierto un equipo de científicos de la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Los investigadores, en experimentos con peces de colores de la familia de los cíclidos, descubrieron que las hembras que muestran una preferencia por un varón particular, cambian esa inclinación cuando el macho pierde en una pelea con un contrincante.
Los investigadores detectaron que hay áreas del cerebro relacionadas con la ansiedad que tienen una actividad creciente después de ser testigo de un altercado. "Es como si una mujer se hubiera fijado en un boxeador y viera que ese compañero pontencial recibe un golpe que le deja K.O. Inconscientemente, piensa que ya no puede sentir atracción por ese individuo porque es un perdedor", señala Julia Desjardins, investigadora de este trabajo, que ha sido publicado en la revista 'Proceedings of National Academy of Science'.
Los biólogos creen que esta respuesta en los pequeños peces puede ocurrir igual en los seres humanos porque las áreas del cerebro implicadas están presentes en todos los vertebrados y realizar funciones comparables.
Según Desjardins, en el caso de las personas este cambio en el subconsciente puede producrise en respuesta a cualquier situación competitiva, como perder el trabajo o en un juego, sin necesidad de intercambio de golpes. También los hombres pueden sentir diferente si ven que el interés de una hembra decae en una competición.
Pero no todo está acabado para el perdedor. "Los humanos podemos hacer caso también al corazón por nuestra capacidad cognoscitiva, algo que no tienen los peces, y razonar nuestras dudas. Además, las relaciones a largo plazo son muy diferentes a aquellas que acaban de comenzar", afirma Desjardins.
Entre los peces, los investigadores también encontraron que cuando prevaleció el varón preferido, la hembra demostró la excitación creciente en las partes del cerebro asociado a la reproducción, así como en los centros del placer. " En este caso, la hembra gira su cuerpo y se prepara para acoplarse físicamente con este varón que eligió previamente" , añade la bióloga. Al parecer, incluso siente cierto estímulo placentero en su cuerpo.
El secreto de 'la química
Pese a las diferencias entre estos pequeños peces y los humanos, Desjardins defiende que las zonas del cerebro implicadas en los juicios rápidos sobre los varones que hacen las mujeres son las mismas. "Uno no sabe porqué, rápidamente, le atrae cierta persona y no otras, por ejemplo. Pero ahí están este tipo de reflejos internos, que son inconscientes, y que compartimos con todos los vertebrados, incluyendo los pescados, que nos hacen tener esa sensación mucho antes de que tengamos tiempo de pensar en ello". Es la llamada 'química'. Se cree que en estas mismas regiones cerebrales podrían setar otras respuestas reflexivas, como el instinto de una madre por proteger a su niño.
Para llevar a cabo su experimento sobre el coqueteo entre los peces, Desjardins y sus colegas usaron una gran pecera dividida en tres partes. En la sección central, pusieron a la hembra, con un macho en el cada tanque de los lados. Los machos eran de un tamaño y peso similares. Durante dos días, 20 minutos, colocaron los mismos tres peces en la misma posición. La hembra daba vueltas un rato y después se colocaba con el varón elegido, exhibiendo cierto comportamiento relacionado con el acoplamiento.
Una vez hecha su elección, nunca dudaba sobre quién era su favorito. Pero, el tercer dia, los investigadores metieron en el compartimento del afortunado a otros peces macho de la misma familia, que son muy territoriales, y enseguida comenzaron a pelearse. Según Desjardins, no sólo era una lucha física, sino una exhibición de sus capacidades y su valor.
La hembra no perdía ojo de lo que ocurrió durante los 20 minutos de enfrentamiento. Y su reacción fue la esperada. Al analizar su cerebro encontraron la prueba evidente de cómo había reaccionado su cerebro cuando elegía al macho que ganaba y al que perdía.
Los investigadores repitieron la prueba con 15 hembras, y en todas ocurría igual. "Me sorprendió mucho. Para un observador exterior parecían dos luchas entre dos peces similares, pero para las hembras era algo muy diferente", apunta la biológia en declaraciones a 'ScienceDaily'. "Ahora que sabemos las hembras reaccionan ante estas batallas, la siguiente pregunta es: ¿cambian al perdedor por el ganador?
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